¿Argentina será el primer cliente de exportación del cazabombardero chino J-10?
A partir de la negativa británica a conceder licencias de exportación para el entrenador avanzado FA-50 de Korea Aerospace Industries (KAI), según versiones no oficiales habría quienes dentro del gobierno han decidido mezclar y barajar de vuelta las opciones para reemplazar a los aviones Dassault Mirage III/V o al menos para proveer un Avión Caza Complementario Supersónico para la Fuerza Aérea Argentina.
No hay mucha confianza en que KAI pueda subsanar esta situación, sea para conseguir la aprobación británica, en reemplazar los componentes ni tampoco en proveer en un plazo razonable las capacidades aumentadas necesarias por la FAA en subsiguientes blocks de mejoras, ya anunciados por la compañía. Estas mismas versiones sostienen que China finalmente habría abierto un canal de discusión para proveer de los cazabombarderos Chengdu J-10.
El reconocimiento de la administración Fernández a la Republica Popular China no es nuevo, aunque lo esta profundizando a niveles que ninguna de las previas administraciones lo había hecho. Articulando cuestiones ideológicas como comerciales y estratégicas, el análisis de cazabombarderos chinos incluso se remonta a mediados de la década de 1980 después del Conflicto del Atlántico Sur con el Reino Unido de la Gran Bretaña.
En el año 2012, el entonces ministro de defensa Arturo Puricelli, firmo un memorando de entendimiento con el vicepresidente de la Administración Estatal de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional de la República Popular China (SASTIND), Liu Donkui. Ya existían conversaciones previas entre el MinDef y la aeroespacial CATIC para ensamblar un helicóptero ligero designado como CZ-11 “Pampero”. Este era una versión del Eurocopter AS-350 y hoy su prototipo encuentra infructuosamente almacenado en la Fabrica Argentina de Aviones (FAdeA) de Córdoba. Esa experiencia dejo muchos aprendizajes que luego fueron tenidas en cuenta durante la visita de la comisión argentina a Chengdu para la presentación del cazabombardero JF-17 “Thunder”.
El JF-17, aunque atractivo, resulto un difícil concepto de incorporar para la Fuerza Aérea Argentina, porque se considera una extensiva modificación del diseño del MIG-21 que se remonta a finales de la década de 1950. Las primeras versiones exportadas a Pakistán contaban con un numero considerable de proveedores de distintas naciones lo que la convertían a la aeronave en una pesadilla logística y también existían dudas sobre las capacidades a largo plazo de esta.
Pakistán también contaba con un importante interés en adquirir los cazabombarderos J-10, pero algunas versiones sostienen que las negociaciones con Chengdu no prosperaron por lo que decidió continuar invirtiendo en los JF-17, los cuales ensambla y sostiene localmente siendo el mayor operador mundial, seguido por Myanmar y Nigeria. Aparentemente existe un interés futuro pakistaní en lugar del J-10 de incorporar al bimotor FC-31 de características “stealth”, actualmente todavía en desarrollo.
Desde los primeros contactos entre Puricelli y los funcionarios chinos se especulaba con que China diera el paso y ofreciera también al J-10 para exportación, cosa que no sucedió. Mismo el diario oficial del Partido Comunista Chino, China Daily, hizo eco y cito a un periodista especializado demostrando que el Chengdu J-10 en su versión mas reciente podría probar un medio capaz y libre de embargos frente a los Eurofighter Typhoon del RUGB actualmente desplegados en la base aérea de Mt. Pleasant en las Islas Malvinas.
Toma forma el “Dragon Vigoroso”
El Chengdu J-10 es un cazabombardero monomotor de ala delta en combinación con aletas canard diseñado en China a mediados de la década de 1980. Este “Proyecto 10” tal y como el F-16, busco producir un avión caza monomotor para luego evolucionar a una aeronave multirol. El J-10 incorpora tanto asistencia como inspiración occidental (algunos sostienen incluso otras practicas no tan legales). Mucho se ha dicho sobre una posible venta de los diseños del cazabombardero israelí IAI Lavi, el cual había sido diseñado por Israel Aircraft Industries con asistencia de Grumman y finalmente bajo presión de los EE. UU. tanto por evitar un competidor como beneficiarse de los enormes paquetes de ayuda militar, volcaron la balanza a incorporar un numero mayor de F-16. Tal transferencia de tecnología de Israel a China ha sido desmentida.
Chengdu también recibía asistencia de Grumman en esa época por su trabajo con el “Super-7” para Pakistán, una evolución del F-7, que habría contribuido eventualmente para el desarrollo del JF-17 “Thunder”. Sin embargo, esta asistencia ceso a partir de la condena a la represión en la Plaza Tiananmen en 1989. Chengdu continuo entonces el desarrollo por su cuenta durante toda la década de los 90s inclusive aprovechando asistencia de parte del Instituto Ruso Siberiano de Investigación Aeronáutica (SibNIA). Los científicos rusos consideraban que Chengdu hacia uso de soluciones e ideas extranjeras en combinación con la propia experiencia para el desarrollo del J-10.
Con el diseño finalizado, el primer J-10 designado “J-10–01” salió de la planta en 1997 y realizo su primer vuelo en 1998, empleando un motor ruso AL-31FN similar a los utilizados por los cazabombarderos Su-27 “Flanker” aunque no fue oficialmente reconocido en servicio en la Fuerza Aérea del Ejercito Popular Chino hasta 2007. Una familia de motores autóctonos se encontraba en pleno desarrollo, de la cual, la versión WS-10 seria la que finalmente utilizaría el J-10 en sus versiones de serie.
Según apreciaciones de inteligencia, considerando el grado de compartimentalizacion de la información de parte del gobierno chino, mas de 450 J-10 habrían sido producidos por Chengdu a la fecha.
El WS-10 hoy representa la cúspide de motores turbofan chinos. Aparentemente desarrollado a partir de una transferencia de tecnología de los motores civiles CFM-56, el WS-10 ha evolucionado en su confiabilidad, potencia e inclusive con la incorporación de una tobera de control vectorial (TVC) para maniobrabilidad mejorada. Se desconoce cuantos J-10 continúan utilizando el motor AL-31FN ruso y cuantos el WS-10.
El J-10 en sus versiones monoplaza y biplaza incorporan una moderna interfaz hombre-maquina, con un radar multimodo tipo planar con tecnología de barrido electrónico activo AESA, equipos de adquisición infrarroja (IRST), alertadores radar y es capaz de emplear todo tipo de armamento guiado aire-aire, aire-tierra, aire-mar y equipos tanto de reconocimiento y ataque como de guerra electrónica distribuidos en 11 puntos de anclaje. Esto convierte al J-10 en una aeronave multirol pura. El “vigoroso dragón” en sucesivas evoluciones de su línea de producción también incorporo el sistema “probe-and-drogue” de reabastecimiento de combustible en vuelo para incrementar el tiempo en patrulla como el radio operativo de combate.
Delta si, pero no francés
Mucho se ha discutido acerca de si China efectivamente exporta los J-10 o no, estas aeronaves ya denominadas J-10CE o FC-20 habían sido ofrecidas a Pakistán y se informo sobre un acuerdo de venta, pero esto no se habría concretado. Posteriormente no hubo muchas novedades, pero desde septiembre de 2019, el consorcio AVIC formalmente reconoce al FC-20 como uno de sus productos disponibles para exportación. ¿Ha llegado el momento?
Como ya dijimos al principio, una oferta o al menos una conversación de parte de la RPC a la Republica Argentina para la provisión de los J-10 habría tenido lugar recientemente. Esta aeronave de moderna construcción e importante capacidad de combate podría ser el espaldarazo que la Fuerza Aérea Argentina necesita y podría ponerla a la altura nuevamente de las mas capaces en Latinoamérica.
Existen muchas dudas acerca del estado y condiciones de esta posible exportación sea desde el costo y la financiación necesaria con una carta de crédito gobierno a gobierno o analizando el pago con commodities, hasta de las reales capacidades técnicas de la aeronave.
Podemos decir que de avanzar con esta propuesta, deberíamos incorporar estos aparatos en un numero considerable durante una primera etapa para garantizar un ciclo logístico saludable así como negociar la posibilidad de incorporar progresivamente alta tecnología de origen nacional, uno de los principales intereses del MinDef, que también podría apalancar buena parte de los gastos con el empleo del Fondo para la Defensa (FONDEF) recientemente sancionado que prevé una mejora porcentual atada a la evolución del producto bruto interno (PBI) a producción nacional para la defensa.
También de la misma manera, mantener el máximo control posible frente a equipos chinos globalmente sospechados de contar con puertas traseras o accesos irrestrictos de parte de la RPC que podrían hacer vulnerables a nuestros sistemas.
China cuenta con un importante arsenal de misiles aire-aire de corto, mediano y largo alcance que podría ser empleado por un J-10 en la Republica Argentina, sin embargo, se desconoce cuales de estos podrían estar disponibles así sea en su versión de exportación. Una correcta y amplia negociación para la integración de sistemas nacionales podrían facilitar el empleo de armamento y equipos asociados de diverso origen.
Si bien la mas urgente necesidad gira alrededor de la proyección de poder y superioridad aérea, los medios anti-superficie también son de relevancia. Algunas voces sostienen que estos serian los de mayor conflicto con la RPC debido a los vínculos comerciales con el RUGB, por ejemplo, ante el empleo de misiles antibuque CM-400AKG contra la Royal Navy y sus medios en un nuevo Conflicto del Atlántico Sur o misiles crucero de largo alcance a ser empleados para neutralizar la base aérea británica de Mt. Pleasant en las Islas Malvinas.
Este acuerdo podría brindar un importante vector a mediano plazo, dentro de los mas avanzados en esta 4ta generación, capaz de recomponer las mas criticas capacidades de la aviación de combate. Pero contaría con una alta exposición frente a cualquier divergencia con la RPC que podría afectarnos debido a la dependencia en el soporte logístico chino, al no tener proveedores de alternativa.
¿Vale la pena analizarlo? Exigirá el mayor estadismo de parte de nuestros dirigentes, pero creo que, de ser las condiciones adecuadas, lo vale. Debemos determinar si estamos a la altura no solo de firmar una compra sino de afrontar los gastos asociados necesarios para sostener, proyectar y modernizar nuestra Fuerza Aérea a largo plazo y así reconstruir una real capacidad disuasiva.